EL PENSAMIENTO CIENTIFICO Y LA VIDA DIARIA
La ciencia es praxis, y por ende hay que
buscarla en el diario vivir, la ciencia se convierte en una práctica
cotidiana que va hilando sutilmente el manto de nuestra vida. (Moreno,
2001)
Desde la época de los grandes
filósofos griegos se viene tratando de que el accionar humano se vuelva
una actividad consciente y para esto comenzaron a cuestionarse sobre
los fenómenos que sucedían en el mundo que los rodeaba, primero en plano
natural hasta llegar a nuestra existencia y trascendencia como humanos.
Este conocimiento se fue convirtiendo en algo más abstracto en concordancia con la evolución histórica del hombre y obviamente en la complejidad de las relaciones humanas
(de ser un nómada a tribu, de ahí a ciudades estado más organizadas
hasta alcanzar la cumbre de civilizaciones como la egipcia y otras. Y
más importante aún la evolución hasta nuestra sociedad actual) lo cual
se puede ver ahora, muchas de las innovaciones de antaño ahora se han
vuelto commodities que hacen de nuestra vida mucho más fácil y
agradable.
Pero la ciencia misma se vuelve un commodity
en tanto que no nos percatamos que está en cada actividad cotidiana que
hacemos. Deberíamos estar por tanto en un constante cuestionamiento de
cada cosa que hacemos o decimos.
¿La ciencia y nosotros en simbiosis?
Así debiera ser pero debido a nuestros paradigmas, que muchas veces son impuestos por etiquetas o por cultura, nos “encajonamos” en el ego nuestro y evitamos cuestionar o poner en duda nuestros puntos de vista.
Los dogmas que manejamos nos vuelven huraños a la ciencia misma y por
ende al conocimiento que se pueda generar, derivado de pensar
científicamente. Nos convertimos en entes menos creativos hasta
anquilosarnos.
¿Entonces, que debemos hacer para pensar científicamente?
Quizá primero que nada debemos recordar que somos parte de una estructura social
y cultural, lo cual nos moldea no solo en nuestra forma de actuar sino
también en la forma de pensar. Nos corresponde a nosotros “soltar” el
nudo gordiano de nuestras creencias y nuestros dogmas para poder pensar de forma científica.
Tenemos que matar a dios, que para Nietzsche eran nuestras creencias y dogmas absurdos que nos atan a una vida sin visión.
Parte de esta transformación es aprender a dudar en función de generar
nuevo conocimiento o por lo menos renovar el que ya tenemos. Debemos
partir de la duda a la recopilación de información útil que nos ayude a dilucidar si nuestros paradigmas son verdad o no, si son verificables o no.
El ejemplo clásico lo podemos aplicar por ejemplo con la pregunta
generadora: “¿Me estoy alimentando bien?” de ahí podemos hacer la
descripción de nuestro cuestionamiento, leemos las viñetas de los
alimentos que compramos, que alimentos compramos, comparamos y buscamos
nueva información en internet
o libros sobre nutrición, etc.; a partir de la descripción tomamos la
etapa de la observación, de todo lo recopilado podemos contestar la
pregunta negativa o positivamente, si es positiva, pues ya tenemos un
nuevo conocimiento para nosotros que puede convertirse en pilar de
nuestra vida.
El problema que como no estamos acostumbrados a pensar así al inicio se
nos dificulta observar como respondemos a cada faena que se nos
presenta. Pero si lo tratamos de practicar a diario se nos va a
convertir en un hábito.

No hay comentarios:
Publicar un comentario